«Hola, me llamo Dominique Wilkins, encantado.»
El año 1996 fue un año increíble.
Me pasó casi de todo en esos 12 meses.
Empecé el año de guardia y lo acabé viajando en mitad de una nevada por carreteras nacionales de Portugal.
Entre medias, una boda a mitad de año, la noticia de que iba a ser padre a finales de año, 7 meses en el Adriático en la guerra de los Balcanes, un viaje a Rusia y Polonia, un montón de historias que os iré contando poco a poco.
Pero sin duda lo más extraño fue esto que te voy a contar ahora.
Llegamos a El Pireo un jueves por la tarde.
Y para variar yo estaba de guardia.
Era algo habitual como ya habrás visto en anteriores emails.
En un principio íbamos a estar sólo 4 días allí.
Pero la cosa se iba a alargar.
Teníamos un problema en la dirección de tiro y había que arreglarlo.
Vinieron desde Ferrol gente del Ramo de Armas.
Total, que como siempre, los 4 “fantásticos” salimos del barco por la mañana.
La “minipandi” la componíamos, Luis, un escribiente ferrolano, Manuel, artillero de San Fernando y primo de Antonio Banderas, “Cuntis, un electrónico de Cuntis y yo, un sonarista de Albacete.
Era el nº perfecto porque así siempre cabíamos en un taxi.
Nos fuimos a Atenas, visitamos la Acrópolis casi solos.
No era la marabunta de turistas que lo invade todo hoy.
Callejeamos en una Atenas que me gustó mucho.
Gentes amables, buen tiempo y buena comida.
Nada que ver el estercolero en el que se ha convertido ahora.
Y al caer la noche, nos planteamos irnos de marcha.
Mientras cenabamos en una terraza con unas vistas maravillosas de la Acrópolis iluminada, decidimos que si, que tocaba marcha.
En plena plaza Sintagma pillamos un taxi.
Iba yo delante porque era el único que sabía leer griego.
Algo que en aquella época era fundamental como os contaré en otro email.
Nos subimos en el típico Mercedes con mas kilómetros que el Transiberiano.
El taxista era un tipo de unos 30 ó 32 años, que entendía algo de inglés pero tampoco mucho.
Y le digo:
“Somos españoles. Llévanos a la mejor discoteca de Atenas. Si está bien, te pagamos lo que marque el taxímetro y 200 dracmas más. Queremos que trabajes para nosotros toda la noche”.
Sonrie y me dice:
-“Os llevo, yo se, yo se. Yo toda la noche contigo. Me llamo Apóstolos. Encantados de llevaos”.
20 minutos más tarde llegamos a un chalet impresionante.
2 gorilas en la puerta pero solo 5 ó 6 coches y ni un letrero que indicase que era eso.
Nos miramos los 4 y le digo:
“¿Esta es la mejor discoteca?”
Vamos a ver que hay dentro.
Espera aquí 2 minutos y te digo si nos quedamos y cuando nos vienes a recoger”.
Efectivamente.
Nos había llevado a un puticlub.
Un puticlub de lujo con chicas impresionantes.
Pero no queríamos eso.
Nos volvimos al taxi.
“Apóstolos. No queremos esto. Esto es un burdel. Queremos una discoteca. Beber, bailar, ligar. No pagar por follar. ¿Entiendes?”
-“Ok, ok, bailar, no follar, yo sé, perdón, perdón.
Mi primo trabaja en discoteca increíble. Muchas chicas. Muy buena discoteca, ¡Vamos!”.
Y salimos cagando leches en busca de la discoteca de su “primo”.
Bueno, ya me he alargado demasiado y no me gustan los emails largos.
Aquí acaba la primera parte de la historia.
Espero verte por aquí para seguir leyendo y saber cómo acaba la historia.
Mientras tanto, repasa la comunicación de tu empresa o negocio y piensa si esta forma de vender no es más atractiva que la habitual.
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